viernes, 26 de mayo de 2017

¿Para quién trabajamos?

Es sabido que los mecanismos capitalistas tienden a concentrar el dinero en manos de unos pocos, haciéndolos cada vez más ricos, pero el hecho de que las 300 personas más ricas del mundo dispongan de tanto dinero como los tres mil millones más pobres es una estadística que resulta amenazadora al propio sistema capitalista.

El capital es hoy más difuso que nunca. Nuevos mecanismos, como los grandes fondos de inversión, y algunos "productos financieros" desnaturalizan la propia esencia del capitalismo. Y en muchos casos la esencia de la sociedad, porque ganar dinero para gastar dinero sin saber en qué se gasta es cínicamente irresponsable.


El dinero es capaz de comprar naciones, y ello sin corromper siquiera a sus líderes, porque sus caminos son inescrutables.

La voluntad de servicio, una de las mejores cualidades de los industriales conscientes, se evapora ante la exigencia única de producir beneficios. Hoy en día, muchos trabajadores no tienen ni idea de para quién trabajan; en esas condiciones, el trabajo se convierte en un servicio que se presta a desconocidos, lo que de algún modo produce en los trabajadores indiferencia y desafección hacia la propia labor y el trabajador consciente desea y necesita motivación e interés por su propio trabajo.

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