En el s. XIX fue un palacio utilizado
para la residencia de la familia real portuguesa.
Fernando II
y su esposa, María II, se enamoraron de Sintra en una excursión para contemplar
el monasterio en ruinas después del terremoto del s.XVIII que fue construido
anteriormente para Juan II. Fernando ordenó al arquitecto alemán Eschwege para
reconstruir y ampliarlo para la residencia de la familia portuguesa.
El fin de obras responden a un gusto romántico alemán en el que intervenían elementos góticos, rusos y árabes entre otros.
Del antiguo
monasterio se conservó gran parte de la fachada y la capilla mientras que en el
interior se fue adornando poco a poco con una nutrida gama de objetos como
lámparas de cristal de bohemia o muebles tallados al estilo rococó.
Fernando muere en el 1885 (69 años) y deja viuda a la Condesa Edla, que era una cantante de ópera. Cuatro años después vende el palacio al Estado. En 1910 cuando Portugal se convierte en República, el Palacio da Pena se transforma en Museo Histórico y se abre al público.
En 1969
Portugal sufre otro terremoto y en la década de los 90 se programa un periodo
de restauración.

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