Hartos del sistema capitalista taylorista, decidieron que no habrían ni jefes ni ningún tipo de jerarquía, además de que todos los trabajadores tendrían el mismo sueldo.
Ahora, se toman el café juntos a las 7 de la mañana y deciden entre todos lo que van a producir y la parte de trabajo de cada uno. Simplemente pasaron de seguir recibiendo órdenes y ladridos de sus jefes a convertirse en sus propios jefes e implementar unos principios de máxima igualdad.
Ahora, el antiguo dueño quiere recuperar su propiedad, y gracias a la solidaridad del pueblo griego y las guardias nocturnas de los trabajadores junto a una barricada de barriles, no pudieron hacerse con el poder.
Los trabajadores preguntaron a la comunidad local qué deberían empezar a producir, una solicitud era dejar de hacer productos químicos de construcción. Ahora fabrican en su mayoría jabón y detergentes ecológicos: más limpio, más verde y más agradable para el olfato de sus vecinos. Todo esto con un precio accesible.
El personal de la fábrica utiliza el edificio como punto de reunión para refugiados locales.
Donde el Estado ha colapsado, el mercado se ha quedado corto y los jefes han huido, estos 26 trabajadores están intentando llenar el vacío. A estas personas les ha fallado el capitalismo; y ahora rechazan el capitalismo, en sí mismo como un fracaso.

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