Las elecciones de junio favorecieron a una mayoría republicano-socialista mientras que los más perjudicados fueron la Derecha Republicana. El decreto del 8 de mayo de 1931 hizo que se rebajaran dos años para votar y eso da explicación a la barrida a la derecha. Las dos minorías más numerosas de la cámara fueron los socialistas y los radicales. Por primera vez los partidos políticos se institucionalizaron.
El reglamento provisional, que fue elaborado en 48 horas, forzaba a una definición política que las elecciones, por haberlas presidido una gran coalición de partidos, no había dejado tan clara en muchos casos. La minoría socialista fue el grupo parlamentario más disciplinado de aquellas Cortes, era un grupo con debates internos pero una vez votada una posición, nadie se desmandaba. Todo lo contrario el grupo radical-socialista, un partido con una reciente creación y las salidas de tono fueron frecuentes ya que tenían un grupo de diputados votando en contra de lo que establecieron anteriormente lo que produjo que los ministros radical-socialistas no estuvieran seguros de su grupo.
Los socialistas se sentaban frente al banco azul; al lado de los de la Asociación al Servicio de la República. Tras el banco azul, radical-socialistas, radicales y Esquerra. En el centro, vasco-navarros, agrarios e independientes de la derecha. En la Montaña, como diría Ortega, los jabalíes, que no dieron tregua en todas las Constituyentes. La asistencia a las sesiones fue en un principio masiva; luego, menor porque no todos los diputados aguantaban la larga duración de las sesiones. El secretario de la cámara llegó a aprenderse los nombres para acelerar las sesiones. Las tribunas del público estaban llenas cuando los debates levantaban expectación por lo que se pensaba en radiar en directo todas las sesiones, pero sólo se hizo con la locución inicial de Alcalá-Zamora. Besteiro opinaba que retransmitir carecía de sentido a pesar de que en momentos clave, el Palacio de Congresos bullía de diputados periodistas y curiosos, todos a la espera de noticias.
La constitución sometió a fórmulas jurídico-constitucionales los mecanismos de relación entre poderes. No sin debate y opiniones en contra, se optó por un legislativo monocameral, y quiso garantizarse su centralidad introduciéndolo en el mismo texto constitucional dos períodos al menos de reunión obligatoria de la cámara al año. Todo ello respondía a la voluntad de romper de manera drástica con el pasado.
Por primera vez se constitucionalizaba también el gobierno y se establecía taxativamente su responsabilidad ante las Cortes; la confianza del legislativo parecía ser prioritaria sobre la del Jefe del Estado. La presidencia de la República fue el resultado de la falta de acuerdo. El Jefe del Estado tenía importantes atribuciones, pero también fuertes limitaciones. No sería elegido por sufragio universal, sino por un número igual de compromisarios elegidos y de diputados. La disolución anticipada de las Cortes estaba constitucionalmente regulada, pero una segunda disolución tenía riesgo de destitución.
La cámara, además, por mayoría de tres quintos, podía acusar al Presidente de la República por lo que podía ser automáticamente destituido. Además, el Presidente necesitaba el refrendo de un ministro para todos sus actos y mandatos. Fue elegido Niceto Alcalá-Zamora.
La II República no era un caso de parlamentarismo extremo, se buscaba dotar al gobierno de la estabilidad y los medios necesarios para desarrollar su política. A lo largo de los años siguientes hubo ocasión de poner a prueba casi todos los mecanismos que la Constitución dejó establecidos.
Además de la Constitución, las Cortes se autorregulaban por su reglamento. La necesidad de dar eficacia y rapidez al debate constitucional hizo que aquel primer reglamento fuera supuestamente restrictivo.
Niceto Alcalá-Zamora (presidente del gobierno provisional)
Fuentes: www.elpais.com
Política en la Segunda Repúblcia, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo

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